Cómo empezamos – Palabras de nuestro fundador, Manolo:

Esta misión comenzó en el 2008 cuando visitaba mi ciudad natal en la zona rural de Sinaloa, México. Mientras visitaba a unos parientes, me encontré con un viejo amigo, Francisco, que había estado discapacitado durante 30 años debido a un accidente automovilístico. Lo que me impactó durante este encuentro fue la silla de ruedas decrépita con la que Francisco luchó para mover unos pocos pies. Cuando le pregunté por qué no tenía una silla de ruedas mejor, Francisco simplemente dijo: “Es esta silla de ruedas o nada”. Francisco vivía en un pequeño pueblo rural donde sobrevivía con la humilde tienda que dirigía desde su casa.

Inmediatamente recordé cómo, mientras trabajaba en la construcción, había visto cómo se tiraban buenas sillas de ruedas eléctricas simplemente porque eran viejas o necesitaban reparaciones menores. Sin dudarlo, prometí enviarle a Francisco una silla de ruedas eléctrica. Me agradeció y sin titubeos me dijo: “Gracias, pero, no creo que lo cumplas porque muchos otros antes de ti prometieron lo mismo y nunca lo cumplieron”.

Decidido a cumplir mi promesa, una semana después, le llamé a mi suegro (Fernando), quien es conocedor de la compra y venta en los mercados.  Le pedí que estuviera atento de una silla de ruedas eléctrica usada en buen estado. Fernando estaba en una venta de garaje esa mañana. Me sorprendió cuando respondió: “¿Adivina qué? Estoy sentado en una silla de ruedas en este momento”. En busca de un lugar para sentarse y atender mi llamada ese sábado por la mañana, Fernando sin saberlo, había encontrado la primera silla de ruedas que yo donaría.

Rápidamente reparé y limpié la silla de ruedas.  Hice los arreglos para transportarla a Francisco en México, donde la recibió un par de días después. Al recibir su silla de ruedas, Francisco fue al único lugar en el pueblo que tiene señal de celular y me envió una foto con su nueva silla de ruedas y una gran sonrisa en su rostro.

Me di cuenta de cómo un regalo tan simple había mejorado la calidad de vida de Francisco. ¡Francisco había dependido de otros para la movilidad durante 30 años! ¡Se sintió libre otra vez! A partir de ese momento, Francisco fue un hombre nuevo. Había recuperado su confianza y pasaba tiempo visitando amigos y familiares por su cuenta, ¡algo que no había podido hacer durante décadas!

Cada tres o cuatro años yo estaba feliz de reemplazar su silla de ruedas ya que el pueblo en el que vivía era muy rural y solo tenía caminos de tierra. Francisco falleció en 2018. Su esposa compartió conmigo que los últimos 10 años de su vida fueron algunos de los más felices que había vivido al tener la libertad de moverse por su cuenta sin depender de la ayuda de nadie lo cual le devolvió su dignidad. 

Al ver lo impactante que fue una silla de ruedas para la calidad de vida de Francisco, decidí hacer mi misión de ayudar a cada persona como Francisco a vivir una vida mejor al proporcionar sillas de ruedas que cambian vidas.